Sant Celoni, 26 de enero de 2020
Hace un tiempo leí una entrevista a Ángeles González- Sinde, ex-ministra de cultura española: “Ser ministra truncó mi carrera de guionista”.
Su figura no me había llamado nunca la atención pero esa de la carrera truncada y de descubrir esa faceta llena de letras y palabras, ya me picaba más la curiosidad.
Lo que decía me gustaba.
Sentí a Sinde honesta y seguí leyendo.
Y seguí leyendo
Y en una respuesta me sentí tan identificada, que ya no me desenganché del texto:
– Periodista: Ha descrito la dificultad de trabajar tras ser política. ¿Nos cuesta aceptar que una persona sea más de uno?
– Sinde: En Estados Unidos, donde estudié, se cambia de ciudad y de profesión por decisión o por necesidad. Aquí los cambios profesionales se viven o como fracasos o como un indicador de que no eres una persona seria.
Cuando acabé de leer, agarré a mi pomelo entero, que es del país donde se cambia de ciudad y de profesión por decisión o necesidad, y le leí la respuesta.
“Claro”, me dijo, “en Estados Unidos se valora muchísimo que te atrevas a cambiar de profesión y arriesgarte con algo nuevo, es señal de valentía. Tampoco quiere decir que te vaya a ir bien, pero se ve como algo positivo”.
Madre mía que me he equivocado de país.
Bueno, la verdad es que me imagino por esos lares y no me veo rebosante de felicidad, pero me gusta la idea de que los tránsitos de cambio profesional se valoren y que las competencias y habilidades pesen más que una línea recta vital llena de títulos en el mismo campo.
¿Qué tiene de malo?
¿Qué tiene de malo alguien que a los 18 años sabe lo que quiere y toda la vida hace lo mismo?
Nada de nada.
Está genial.
¿Qué tiene de malo alguien que a los 40 decide que quiere cambiar de profesión y va a por ello?
Nada, tampoco.
En algunos países o culturas se verá la primera opción como un fracaso o indicador de que no eres una persona seria.
En otros, se verá como un indicador de iniciativa, valentía e inconformismo.
Y, en otros, les dará igual mientras tengas los contactos que te coloquen en la empresa del primo Victorius.
Ay, la cultura…
Y es que la cultura está presente en muchísimas cosas que nos rodean y no nos planteamos porque las asumimos tan “normales”, que no les damos bola.
Hofstede dice que la cultura es la programación colectiva de la mente; Triandis, que son todos los símbolos y valores objetivos y subjetivos hechos por el ser humano y que acompañan nuestro ‘grupo social’, esa sociedad donde crecemos y de la que nos sentimos parte; y Nunez, Mahdi-Nunez y Popma dicen que “nuestra” cultura es la manera cómo pensamos, sentimos y nos comportamos.
En fin, que esto de vivir experiencias en otras culturas te hace cuestionarte mucho más tu realidad más cercana, esa donde has crecido y que es la “normal” para ti.
El proceso descoloca un poco pero el abanico de posibilidades, de maneras de ver y de vivir es tan potente, que compensa.
Y mucho.
Bueno, al menos a mí me compensa.
Si crees que a ti también puede compensarte esto de darle a la pata por el mundo pero no tienes ni idea de por dónde empezar a organizarlo todo, aquí:
📍Sesiones 1 x 1: Preparamos tu experiencia por el mundo
Pst, pst: Y lo hacemos de forma respetuosa y consciente, para que lo disfrutes aún más y no la pifies por el camino.