Georgia (el país) no se llama Georgia.
Se llama Sakartvelo.
Igualito, vamos.
Bueno, Sakartvelo se llama ahora.
Se ve que del siglo IV a.C. al siglo V d.C, su nombre era Iberia.
Como lees, amiguita.
Los griegos y romanos la llamaban Iberia caucásica, Iberia del Este o Iberia asiática para distinguirla de la península ibérica.
Y, entre 1922 y 1991 fue la República Soviética de Georgia.
A la cama no te irás sin aprender algo más.
Sakartvelo
Está en Asia (o Euroasia) pero se consideran parte de Europa.
Aunque en realidad está situada en pleno Cáucaso, la frontera natural entre Asia y Europa.
La bandera de la Unión Europea está por todos lados aunque Georgia no forma parte de ella, sino un estado asociado.
Creo que el vínculo con la Unión Europea no responde tanto al deseo de formar parte de ella como de dejarle claro a Rusia que no quiere nada con ella.
Pero nada de nada…
Y es que Georgia (¿o Sakartvelo?) fue parte de la URSS por narices, nada de votaciones ni de diálogos constructivos.
Se ve que no era marca de la casa, por mucha alegría que los Beatles le pusieran a eso del “back in the USSR”.
El 9 de abril de 1991 se independizó y las pasó canutas algo más de una década, con una crisis civil, económica y de seguridad del copón.
Hasta 2003, cuando tuvo lugar la Revolución de las Rosas.
¿Oíste hablar alguna vez de ella?
Yo tampoco.
En resumen, la población salió a las calles para pedir más democracia, mejoras económicas y mejores condiciones de vida.
Y se ve que funcionó.
Georgia ha pasado de ser un país corrupto y violento, a ser un país en plena revitalización económica donde las desigualdades se dan de tortas en la cara, como buen país capitalista en pleno apogeo turístico y de desarrollo de infraestructuras.
Egoismo viajero
La vena viajera me hace ser egoísta y no querer que esto cambie tan rápido, que ese pasado soviético siga estando tan presente en los edificios y los mercados callejeros, que las diferencias sigan estando bien presentes.
Pero la parte social me hace ver que todos queremos mejorar y que, si yo quiero vivir en un edificio con agua caliente y que no se hunda cuando menos me lo espero, pues me da a mí que los georgianos quieren lo mismo.
En fin, que en 2008 Georgia las pasó canutas en la guerra contra Rusia por el territorio de Ossetia del Sur.
La OTAN y la UE se lavaron las manos como Poncio Pilatos y Georgia se quedó con el culo al aire, sola frente al gigante malhumorado y machito del gobierno y el ejército ruso.
Total, que varias ciudades de Georgia sufrieron ataques por parte del ejército ruso y tuvieron que volver a rehacerse de una situación… ejem… complicadilla.
En enero de 2020, Georgia está en plena revitalización económica y social.
Tbilisi
Y Tbilisi (¿o Tiflis?) es una ciudad segura, hermosa.
Llena de gente con ganas de seguir dándole gas al asunto y poner la quinta a la que se pueda.
Con edificios de siglos pasados cayéndose a pedazos y con la arquitectura más contemporánea e impresionante que puedas echarte a la cara.
Con gente joven dándole al inglés el espacio que antaño fue del ruso.
Con cultura y arte visibilizándose, por fin.
Llena de vida, llena de movimiento.
Una ciudad donde suceden cosas.
Y, pese a que algún clan mafiosillo anda suelto por ahí (¿dónde no lo hay, más o menos suelto?), este país está preparándose para que el mundo sepa, por fin, ubicarlo en el mapa sin confundirlo con un estado de gringolandia.
Georgia mola.
En cualquier época del año más que en invierno, eso seguro.
Pero mola.
Mañana más.
Hasta entonces, en el enlace.