¿Qué hacen una mediterránea y un gringo en Ciudad de México?
Vivir on tour (y disfrutarlo).
Llevar a la práctica todas las teorías sobre interculturalidad y ver si funcionan o si son papel mojado (bueno, eso lo hago yo, no puedo evitarlo).
Con la gente de cada lugar donde vivimos y entre nosotros.
Bueno, a lo que iba.
Llevamos muy bien nuestras diferencias culturales y nos reímos bastante com los malentendidos que provocan.
A veces, lo que uno ve ‘normal’, el otro lo ve como un ‘pero ¿qué me estás contando?’.
Nos reímos, comentamos la jugada, nos inventamos bromas que solo entendemos nosotros y fuera.
Hasta esta mañana.
Ha ocurrido algo que ha sido un antes y un después en nuestra relación.
Cuando abro el ojo, mi primer pensamiento, esté donde esté, es: comida.
Me gusta un buen desayuno para empezar el día con energía.
Y, cosa rara, me ha apetecido un huevo frito.
Bryce me dice: Tranquila, yo lo hago. ¿Cómo te gusta?
– Pues no sé, un huevo frito… pero que no esté crudo.
– Ok.
Unos minutos después, me da el plato con el huevo.
– ¿Esto qué es?
– Un huevo frito.
– ¿Qué dices… ? Parece una torta aplastada, está muy duro…
– Me has dicho que no lo querías crudo, así que lo he hecho duro. Se llama ‘over hard’
– ¿Over hard? ¿pero cuántos nombres tenéis para un huevo frito? Es raro, no sé…
Bueno, pues se ve que en Estados Unidos, hay cien maneras de preparar un huevo frito y tienes que decir exactamente cómo lo quieres si no quieres acabar con una torta reseca ahuevada para desayunar.
Y solo es un huevo frito.
Para mí, estaba tan claro lo que ‘huevo frito’ significa, que no he hecho ningún esfuerzo por aclarar ni dar detalles de cómo lo quería. Solo he dicho ‘crudo, no’.
Para Bryce, un huevo frito tiene tantas opciones y yo le he dado tan poca información, que lo ha preparado -con mucho amor- como creía que más me gustaría.
Pero no.
Y hemos vivido la crisis mañanera del huevo frito.
La mayor crisis intercultural de nuestra relación.
Imagina cuando tienes que comunicar algo muy importante a personas de otras culturas.
O cuando no eres consciente de los prejuicios, creencias y estereotipos de tu propia cultura (porque los tienes…tú, yo, el trotamundos del quinto A y la cooperante del primero B) y te vas de viaje a un país con una cultura totalmente distinta a la que te ha visto crecer.
Doña Cebolla, la protagonista de la No-guía de viaje para mentes curiosas que te llevas al suscribirte, muestra cómo, a veces, creemos que algo es muy claro y que nos hemos expresado la mar de bien.
Y resulta que no nos ha entendido ni el tato.
Una de las cosas que más valoran las personas a quien he acompañado en estos 10 años como formadora y acompañante, es todo lo que aprenden sobre choque cultural, y comunicación y sensibilidad intercultural.
Dicen que les ayuda a entender mejor a la gente del lugar donde viajan, a conocerse mejor y a gestionar emociones y contradicciones que aparecen en el viaje.
Y eso es solo una parte de lo que trabajamos en el acompañamiento individual.
Si tú también quieres, aquí: Te acompaño a viajar y a comprender
Pst, pst: Todas las sesiones son individuales y el seguimiento, antes durante y después, es totalmente personalizado y adaptado para ti y tu viaje.