El día álgido de los Leo y el día de la Pachamama, una celebración muy festejada en Perú, Bolivia y en el norte de Argentina -la zona de los Andes Centrales de América del Sur- en la que se le rinde un tributo a la Madre Tierra en señal de agradecimiento por los alimentos y protección brindada al ser humano.
Y resulta que también es mi cumpleaños :-).
Ojalá no hiciera falta una fecha para hacerlo, pero los cumpleaños y las vísperas son la excusa para hacer balance de las cosas que nos han pasado, nos están ocurriendo o nos gustaría que sucedieran.
No recuerdo dónde leí que las personas necesitamos fechas, celebraciones y tradiciones para ordenar nuestras vidas, son hitos que hacen que nos juntemos, nos socialicemos y seamos conscientes de todo lo que pasa a nuestro alrededor más allá del día a día.
Este viaje a Cusco es uno de los más importantes para mí.
Es la cuarta vez que estoy aquí y me he dado más cuenta que nunca de muchas cosas que nos unen y nos separan a las personas de distintos lugares, de eso que se llama interculturalidad.
Somos distintas, diversas, diferentes e iguales al mismo tiempo.
¿Cuántas filtros hemos de quitar y sortear a veces para llegar a comprendernos bien o un poquito, si quiera?
A susurros y desde el corazón
Ahora voy a soltarme y a contarte, a susurros y desde el corazón, algunos de mis aprendizajes interculturales en Perú, ¿te suena alguno?
📍 Saber interpretar los sí pero no cuando pregunto algo, esperando que la respuesta sea ‘sí’ o ‘no’ y descubriendo que, entre medio, existe un arcoiris de matices en el que me pierdo, pero en el que cada vez me camuflo mejor.
📍 Dejar de lado mi asertividad para ser más suave al expresar mis opiniones, que pueden ser igual de fuertes con menos brusquedad.
📍 Descubrir que, aunque hablemos un mismo idioma, mediterráneos y andinos expresamos cosas distintas cuando queremos decimos lo mismo.
📍 Reconocer que el lenguaje literal es de cobardes y que los valientes juegan a volver locos a gringos, guiris & cia. con el lenguaje indirecto y los dobles sentidos.
📍 Nunca decir ‘no’ cuando alguien me saca a bailar (eso es de cobardes), sino soltar un ‘a la siguiente canción’ y quedarnos todos tan anchos pero felices, sabiendo que ese baile nunca llegará.
📍 Empezar a sospechar que nos han mentido todo este tiempo y que la teoría de la relatividad no la inventó Einsten en Alemania, sino un bricherito anónimo del Cusco: todo lo que dicen es relativo.
📍 A aligerar la razón, los pensamientos y las creencias que tanto me pesan y a disfrutar del presente, de lo que siento en el momento y de todo lo que ello me aporta… Así es más fácil aparcar rencores y exigencias, pero también es más fácil dejar de confiar.
📍 Descubrir, por fin, que cuando pregunto antes de subir al bus: ‘¿Para en Maruri?’ y la respuesta es ‘Maruri, Maruri’, es que sí paran ahí. Qué aburrido sería que la respuesta fuera simplemente sí o no, ¿verdad?
📍 Dejar de escucharme tanto… Qué bien sienta.
📍 Dejarme regalar el oído con cositas bonitas que me gusta escuchar y que alimentan mi ego…
📍 … y aprender a no creérmelas ni a proyectar más allá del momento en que ocurren, el famoso ‘aquí y ahora’, ese que tanto estudiamos en Europa y que nos pega una torta tras otra a el momento de la verdad.
El resultado es que…
Sigo teniendo mis prontos pero mucha más paciencia y conciencia de mi ataques de indignación.
Sigo pensando más de la cuenta pero cada vez doy más protagonismo al corazón, el instinto y la intuición.
Sigo siendo bien directa pero comprendiendo los matices en lo que me dicen y me dejan de decir las personas, en las palabras, los gestos, la mirada, las omisiones, los silencios, el cuerpo o el lenguaje no verbal…
Sigo sin enterarme de muchas cosas pero mi capacidad de adaptación no para de crecer, las cosas ya no son ‘normales’ o ‘raras’, solo distintas o relativas.
Suma y sigue.
¿Qué escribe tu historia?
¿Has visto que regalos de cumpleaños tan bonitos me están dando en Cusco?
Los últimos años han estado llenos de cambios y de toma de decisiones, de subidas, bajadas, valles y senderitos fáciles también.
Pero eso es lo que escribe mi historia. Cada uno de nosotros va escribiendo la suya con lo que va sucediendo en lo vida pero también con lo que va decidiendo.
No creo que podamos moldear la vida a nuestro antojo, hay situaciones que se nos escapan y en que poco tenemos que decir, pero en las que podemos decidir… ¡esas hay que aprovecharlas!
Yo las estoy aprovechando todo lo que sé desde Perú, China, Chile, Alemania, India o desde el sofá de casa, mirando las musarañas.
Porque la interculturalidad no se aprende solo viajando.
Nuestro día a día en nuestro grupo de amigos, la comunidad de vecinos, barrio, asociación, escuela, pueblo o ciudad está llena de momentos para compartir y comprender otras culturas, y ayudar a compartir la nuestra.
Y, como es mi cumpleaños, sigo mi premisa de celebrar todo lo celebrable y salgo bien guapa a tomar unas chelas, a bailar cumbia y salsa con quien no pregunte, me agarre bien por la cintura y se anime a compartir la idea de que las personas no somos lo que decimos, sino lo que hacemos.