No puedo. No puedo. No puedo. No puedo. No puedo.

Sant Celoni, 3 de enero de 2020

La noche de fin de año 2019 fui a casa de unos amigos. 

Es la mejor noche del año para juntarse alrededor de una mesa, con la chimenea cerca, buena comida y la copita de vino tinto a mano. 

Total, que por estos lares mediterráneos hace frío y me comí las doce uvas bien a gustito.

Y ya cuando el vino se juntó con el whisky, el pisco y el exceso de azúcar y de hidratos de carbono, los amigos empezaron a hacer comentarios sobre esto de vivir viajando.

– Vosotros sí que os lo montáis bien. Trabajáis un poquito y ale, a viajar. 

– Vaya vidorra, tía. 

– No veas, sin compromisos, sin pagos… así cualquiera.

– Tíos, qué envidia, si pudiera yo también lo haría, pero no puedo. 


NO puedo. 

NO puedo. 

NO puedo. 

NO puedo. 

NO puedo. 

NO puedo. 

NO puedo. 

NO puedo. 

NO puedo. 

NO puedo. 

NO puedo.
 

Si hubiera anotado las veces que alguien me ha dicho que “no puede” viajar, tendría ya unos cuantos cuadernos a rebosar de garabatos.

Los mismos que hubiera llenado con las veces que yo me lo dije a mí misma. 

Vivir viajando es como todo en la vida: tiene que ser una prioridad o no se hace. 

Es cierto que a veces puede haber circunstancias que lo pongan más complicado o que te hagan decidir que quizá ahora no sea el momento pero lo cierto es que, la mayoría de las veces, es una excusa como una catedral para no enfrentarte al miedo que implicar cambiar de vida, renunciar a la comodidad de lo conocido  y no saber qué pasará. 

¿Me lo monto bien?

Pues lo mejor que puedo, la verdad. Ahora y cuando iba a parvulitos. 

¿Trabajo un poquito y ale, a viajar?

Trabajo un muchito y sí, viajo mientras lo hago. 

¿Tengo una vidorra?

Mmmm… ojalá lo fuera más. 

¿Sin compromisos ni pagos???

¡Jjajjaja! Espera, que dicen que ya se pueden reservar los viajes a Marte. 

¿Envidia cochina?

A veces se me gira el chakra plutónico y tengo que mirar dos veces para darme cuenta de si es envidia o admiración. 

No tengo recetas mágicas para viajar bueno, bonito y barato.

Lo que tengo son cantidad de recursos de casi 15 años de experiencia personal y profesional dándole a la pata por el mundo. Muchos de ellos los uso yo misma para vivir en distintos lugares del mundo.

Y los comparto todos a quienes contratan las sesiones 1 a 1 conmigo para preparar ese pedazo de viaje que no quieren posponer más. 

Porque un acompañamiento personalizado multiplica la intensidad de la experiencia y el partido que le sacas. 

Y te da el empujoncito (o empujonazo) que estás pidiendo a gritos. 

📍 ¿Pasamos del “no puedo” al “probemos?

Pst, pst: Y lo hacemos de forma respetuosa y consciente, para que lo disfrutes aún más y no la pifies por el camino. 

Anna Rodríguez Casadevall
anna@ideasontour.com