#historia11
San Cristóbal de las Casas (México), 18 de junio de 2019
¿Recuerdas el correo en que compartía una reflexión sobre la otredad del escritor mexicano Benito Taibo?
‘[La otredad es] La posibilidad de mirarnos a nosotros mismos a través del reflejo de la mirada del otro.
Descubrir que no somos diferentes.
Que somos iguales.’
Pues hoy, esta hermosa delicadeza de Taibo contrasta con la contundencia de la escritora española Lucía Etxebarria en el artículo que se publicó hace unos días: ‘Las Perras Latinas y Putochinomaricón’
El título ya es contundente, pero es que el texto no tiene desperdicio:
‘El encuentro con el otro obliga a replantear la propia identidad: ¿Era yo una racista y una xenófoba y no me había enterado hasta entonces?’
Y, a parte de escribir sobre esa otredad que tan entretenida me tiene últimamente, Etxebarria escribe:
‘Me costó mucho trabajo personal darme cuenta de hasta qué punto había interiorizado los mensajes racistas que de forma continua nos difunden los medios de comunicación.’
Y es que la mayoría de nosotros no nos consideramos racistas: ‘¿Racista yo? No, pero….’
Ya, ya, claro…
Ay, esos PERO en mayúscula, cuánto miedo y desconocimiento esconden.
Y yo tampoco me escapo.
A menudo me pregunto: ¿soy racista?
Pues posiblemente.
Mi discurso no lo es, pero tampoco me escapo de haber interiorizado mensajes de racismo directo y de racismo sutil, ese que es como la lluvia fina: no la notas hasta que te ha calado hondo.
En fin, que aquí no se libra ni el tato. Por muy progres que nos creamos. Ni tú, ni yo y ni tu prima la doctora en física cuántica.
Por cierto, la persona detrás de Putochinomaricón no tiene desperdicio. Yo ya he pedido su libro Arroz tres delicias: sexo, raza y género:
‘Y con esos restos y la cantidad de arroz que les daban diariamente, crearon el arroz tres delicias. (…) Con las sobras, los restos, los escupitajos, el racismo, la misoginia y la homofobia nos hicieron pedacitos, pero luego nos recompusimos y nos hicimos más fuertes.’
En fin, que en los viajes y las experiencias internacionales hacen que los prejuicios, las creencias y los racismos se reproduzcan a la velocidad de la luz si no se les presta atención.
Y no hay excusa, que también puedes empezar acercándote a la familia del quinto, esa que no sabes de dónde llegó pero que ahora es vecina y seguro que esconde más de lo que esperas.
Déjate sorprender.
Un abrazo,
Anna